sábado, 4 de octubre de 2008

CALVARIO

Miro a través del ojo de mi mano
Hendida por el rústico clavo de la pena.
Mano amante, hoy descolgada
De la ominosa cruz del sacrificio.
Miro a su través y veo un mundo
Nimbado de rojo por mi sangre
¿Qué fue de aquel verde, artificio de esperanza?
¿Qué del amarillo, del violeta, del azul?
También en el costado,
Donde, como a Miguel, se agrupa mi dolor,
Ha nacido otro cráter silencioso
Aureolado con la espuma de la insidia.
Alguien, no se cuando,
me dejó en el borde del camino.
Se llevaron mi cruz, a la que amaba.
Me han dejado solamente los estigmas.
Pero, al menos, vosotros, los felices,
Permitidme volver hasta la cima
De ese mi calvario deseado.
Quizá en su cumbre pedregosa aun me espere,
Paciente y amorosa, María, la de Magdala,
Para cubrir con su manto mi agonía.

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