El amor es un producto del silencio,
de un silencio espeso y duro que desborda
los límites de las almas.
El silencio, como magma y como tensión del amor
se contiene a duras penas
entre las cuatro paredes del alma.
Tal vez sea sólo una mirada,
o el roce casual de una mano que susurra,
el arbitrario motivo del estruendo.
Como olas desbravadas, como aludes de fría nieve,
salen del alma vértigos y emociones
hacia el cráter anhelante de otra alma.
Se ha roto el silencio.
Esa austera y callada emoción
donde el hombre se recoge.
Y el alma, pasada la turbulencia,
busca de nuevo el silencio.
De nuevo se recomponen
los límites y las cláusulas.
Otra vez el alma calla
y da por pasado el amor.
lunes, 25 de octubre de 2010
INTERVALOS DEL SILENCIO
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