viernes, 17 de julio de 2009

A VECES


A veces, en la noche,
Cuando el horizonte no es más
Que una somera puntuación
De luces - barcos fugaces-
Recuerdo mi juventud de colegio y geometría.
Surgencias sin nostalgias de una vida que ya fue.
Hoy, para mí, puntos, líneas, planos:
Instrumentos del quehacer de tantos años,
Sólo son claudicaciones de lo eterno.

A veces, en la noche,
Cuando el áspero insomnio me lacera,
En mi incierto imaginar prolongo
Esas luces de lontananza,
Y quiero unirlas
Con las luces titilantes,
Tímidas en su pulsión
Dentro de mis pupilas miopes,
De lo que el hombre llama estrellas.

Entonces soy un náufrago en mi angustia:
Siento mi cuerpo como una piedra,
Enorme, ovalada, dura,
A la que alguien, quién no lo se,
Trata de alojar en esa conjunción de planos,
Exactos e irreductibles,
De un humilde, exiguo ataúd de pino.
Y esa mi mineral presencia se resiste:
Aún no, Muerte.

Pero, otras veces, en la noche tibia y rumorosa,
Cuando me llegan, desde un silencio vibrátil
Los quejidos del amor y aquellos del sufrimiento,
Como esas luces fugaces que me acuden
Desde el impreciso, tembloroso horizonte de mi existir,
Quiero aferrarme a esa Muerte, ahora ya mi nuevo amor,
Reclamarla solícito y sonriente,
Con la misma sonrisa dulce y seductora
Que cuando amaba a la Vida.

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