martes, 27 de enero de 2009

AD TE CLAMAMUS

Aún era primavera
Y ya había flores negras
en el campo lunar de mi alma.
Yermo de soledades,
Náufrago en páramo adusto,
La vida como enemiga.
Perdido en el grito
Insondable de la tarde
Yo te llamaba.

Era verano.
En mi alma florecieron
Las rojas flores del odio,
Las flores envenenadas de la ira,
Amamantadas por sangre
Que nunca creí inocente.
Rojas rosas ofrecidas
En holocausto a algún cuerpo
Que, sin amor, mancillaba.

Yo te llamaba.
Te buscaba entre las tumbas,
Entre las dolorosas ruinas
De mi vida ya perdida.
Olisqueaba, acezante,
Como fiera vieja y torpe,
Mancillando con mis babas,
Pisando con sucias garras
Las flores recién nacidas.

Aún te sigo llamando,
Desde el último otero de mi otoño,
Ya vencido por el tiempo.
Aún te llamo, Amor,
A tí, que siempre me heriste
Con tus más rabiosas flechas.
Ya están secas, Amor,
Las amargas flores que siempre
Hubo en mi alma.

Por eso te llamo ahora,
Con mi voz débil y ronca:
Planta, Amor, en este mi invierno
Flores blancas en mi alma.








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